Ferreira Cunquero yergue en la Vera Cruz un Leño vivificante de "profundo abrazo"

22 de septiembre de 2012

Este miembro de la Tertulia pronuncia la Exaltación de la Cruz en torno a su verticalidad iluminadora y su horizontalidad amorosa

|| Si las cosas son como terminan, José Manuel Ferreira Cunquero cerró la VII Exaltación de la Cruz con un recuerdo al "último esfuerzo" de su madre para lograr santiguarse antes de morir hace escasos meses. Era el broche a su intervención, del verso a la prosa, en la fiesta principal de la Cofradía de la Vera Cruz el pasado 14 de septiembre, en la que evocó como luz, amor, perdón, salvación o guía el "signo revelador del acontecimiento que cambió sobre la tierra, por deseo del Padre, la historia de hombre".

Ferreira, uno de los miembros más antiguos de la Tertulia Cofrade Pasión, alabó el Leño Santo desde "una geometría del corazón", tal y como él definió después la estructura de su oración. Cantó a la verticalidad de la Cruz, "vigía intemporal del todo", "cúspide del último horizonte" que "despliega su frente hasta merodear en los aledaños del infinito". Pero también elogió el "profundo abrazo" de su travesaño horizontal.

Y no obvió "el dramático Gólgota del mundo" por el "dolor que llaga el endeble porvenir humano" en la injusticia, en la inocencia, en el "mercadeo de soledad urgente donde se diluye la caricia", en los "niños sin niñez", en los suburbios, en el fanatismo religioso que acosa los "santuarios de caridad" donde resisten los padres franciscanos en Siria.

Pedro López, comisario episcopal de la Vera Cruz, entrega a Ferreira Cunquero una pintura de Andrés Alén en recuerdo del acto | Fotos: Pablo de la Peña
La Cruz de Ferreira "trepa sin pausa, como hiedra, imparable, por los terciopelos sagrados de la cristiandad"; "asienta como guía su cobijo en las poblaciones del corazón; "inculca esa etérea caricia que, en silencio, nos transforma en intensa oración de contenidos"; "es refugio de libertad absoluta", "amparo del desaliento". Y así lo proclamó en la capilla de la Vera Cruz, la hermandad decana de la ciudad de "incomparables méritos demostrados a lo largo de cinco siglos" dedicados a conservar la "herencia del fervor popular que promueve la identificación con la raíz primigenia".

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