Revista "Pasión en Salamanca" Nº 12

Trabajo artesanal de románticos


Nº 12 Semana Santa 2005
Director: F. Javier Blázquez
Redacción: José Antonio Vázquez Guerra y J. M. Ferreira Cunquero

Índice

  • Editorial: Unidos a la cepa
  • Índice
  • De la semana de pasión, Antonio Colinas (poeta y escritor)Religión y cultura, Ricardo Senabre (catedrático de Literatura Española de la USAL)
  • El Vía Crucis o la posibilidad de acompañar, Miguel Anxo Pena (profesor de Teología de la UPSA)
  • Tercera palabra de Cristo en la cruz, José-Román Flecha Andrés (profesor de Teología de la UPSA)
  • El misterio de Cristo, Francisco Rodríguez Pascual (antropólogo)
  • Crucifixión: asesinos del Mesías, Xabier Pikaza (teólogo)
  • María en la Semana Santa, Enrique Llamas (presidente de la Sociedad Mariológica Española)
  • Notas sobre la flagelación de Cristo, Federico Bello Landrove (fiscal de la Audiencia de Salamanca)
  • Personajes al margen, Fructuoso Mangas (párroco emérito de La Purísima)
  • Santa y Vera Cruz
  • Stabat Mater, Asunción Escribano (profesora de Lengua y Literatura españolas, directora de la Cátedra poética “Fray Luis de León” de la UPSA)
  • Momentos de la Semana Santa en salamanca, en el CCL aniversario de su Plaza Mayor Óscar García (fotógrafo) y J. M. Ferreira Cunquero (poeta)
  • Los puntos sobre las íes: "No somos miseros", Juan Ramajo de la Iglesia (cofrade de Nuestra Señora de la Soledad) / Perpetuos dirigentes, Juan Gracián Revuelta (escritor)
  • El contrapunto: los dineros de las cofradías. Promocionemos el arte, Vicente Cid Pérez (imaginero y cofrade) / "Si la sal se desvirtúa…", Leonildo Ramos Sierra (vicario parroquial de María Mediadora)
  • Yo, rey Herodes, Ricardo Fernández (periodista)
  • Apuntes sobre la Pasión de Cristo, Ángel Sánchez (catedrático de Medicina Interna de la USAL)
  • "Estuve en la cárcel y vinisteis a verme", Antonio Rogelio Gómez
  • La Semana Santa: "Un recuerdo en mi corazón", Jesús Alonso Cristóbal (fiscal de la Audiencia Nacional)
  • La Pasión según Mel Gibson, Jaime Vázquez Allegue (profesor de Sagrada Escritura de la Facultad de Teología de la UPSA)
  • La artesanía y la Semana Santa, Conrado Vicente (organizador de la exposición "Artesano de Zamora" en 2004)
  • Última cena en la Catedral Vieja, Santiago Juanes (periodista)
  • Ayer murió el Hijo de Dios, Ángel M. de Pablos (periodista)
  • El joven que huyó desnudo, Ignacio Carnero
  • Cartel "Pasión en Salamanca 2005", Margarita Ruiz Maldonado
  • La oración en el huerto, Emilio Rodríguez

    - Portada: "Coronación de espinas", pintura de Jerónimo Prieto
    - Ilustraciones: Jerónimo Prieto, Miguel Elías, Andrés Alén, Fernando Mayoral, Jesús Velasco, Miguel Gosálvez, Jesús Cobos, Alejandra Rodrigo del Amo y Rafael Cid Tapia
    - Fotografías: Óscar García, Alejandro Quintano Alfonso, Julio González, Cabildo Catedral de Salamanca, Barandales, Abraham Coco y J. M. Ferreira Cunquero

Editorial

Unidos a la cepa

Que las cofradías no son movimientos apostólicos ni grupos parroquiales, ya lo sabemos y con ello contamos. La Iglesia, gracias a Dios, se ofrece a los fieles desde la multiplicidad de carismas y todo cristiano está llamado a participar en ella desde aquel que mejor se ajuste a forma de ser y generosidad. Uno de ellos es el de las cofradías de Semana Santa.

El largo periodo altomedieval había relegado al seglar a una participación pasiva en la vida eclesial. Esto, debido en buena parte a la regresión urbana y cultural, supuso el olvido de la decisiva aportación seglar durante  los primeros tiempos de la Iglesia. Hay que esperar hasta plenitud medieval, con un Occidente en expansión, para contemplar nuevamente a los seglares tomando la iniciativa en los asuntos espirituales. Como resultado de ello surgieron las cofradías, no exentas de controversia en su fase más remota. Después, tras unos siglos de maduración, fueron aceptadas sin reservas y se integraron canónicamente en Iglesia. Y en varios momentos han sido cauce importantísimo para la participación de los fieles en la vida eclesial. Pensemos en aquellos tiempos gloriosos para el asociacionismo seglar que siguieron al concilio de Trento, auténtica edad de oro para las cofradías. En menor medida, y con sus peculiares connotaciones, también fueron momentos muy favorables los de la restauración alfonsina y el nacional catolicismo. Durante los últimos siglos, por tanto, las cofradías penitenciales han vehiculado bastante bien el fervor popular durante el ciclo cuaresmal y la Semana Santa.

La constante histórica es positiva, ciertamente. Coinciden los momentos críticos del asociacionismo cofrade con los de incertidumbre y zozobra en el devenir temporal de la Iglesia. Al mundo tridentino le sigue la Ilustración, con un paradigma intelectual que exalta la razón hasta sus planteamientos más radicales. Encajar en el nuevo molde unas instituciones cuyos integrantes, con harta frecuencia, se conducen más por lo emotivo que lo racional, desde luego no podía ser tarea fácil. Y, efectivamente las cofradías iniciaron su primera gran travesía del desierto. El liberalismo, hijo predilecto de las luces dieciochescas, implantado a golpe de revolución, supone el advenimiento de la contemporaneidad. Y con el liberalismo, en su vertiente política y económica, se afirman las estructuras de la contemporaneidad. La sociedad es distinta; las prácticas al uso y las formas de vida también. Todo lo anterior, adolecente de resabios prerrevolucionarios, es por norma rechazado. Esto obligó a las cofradías que se salvaron a revisar muchos de sus procedimientos. Sólo en la medida que consiguieron adaptarse volvieron a ocupar un lugar destacado en la vida eclesial, e iniciaron una nueva y secular etapa de esplendor.  La denominada crisis postconciliar, por ser en torno a Vaticano II cuando se constata el declive de las asociaciones seglares, nos conduce ante el otro gran momento crítico de las cofradías como instituciones seglares.

Parecía que la eclosión semanasantera de hace veinte años daba por cerrada la crisis. Pero con la perspectiva del tiempo empezamos a ver, tristemente, que en muchos sentidos fue algo tan espectacular como superficial. ¿Dónde estaban asentados los fundamentos de tan extraordinario desarrollo? ¿En lo único importante? Me temo que, mayoritariamente, el crecimiento se insertó en esa corriente impulsada por folcloristas que trató de evitar, con buen criterio y aceptables resultados, la pérdida de nuestras genuinas tradiciones. Esto, siendo bueno, es insuficiente para el cristiano que decide participar en la vida eclesial desde una cofradía. Aún siendo conscientes de que muchas veces éste es un cristianismo de base y elemental, nunca puede perderse de vista quién está en el horizonte de la celebración. Sólo en la medida que se participe en la comunión eclesial –único medio para acceder al protagonista de la Semana Santa– seguirán teniendo sentido estas instituciones. Nuestros ancestros, los que superaron crisis peores, bien claro lo tuvieron.