Revista "Pasión en Salamanca" Nº 5

Trabajo artesanal de románticos


Nº 5 Semana Santa 1998
Director: Ángel J. Ferreira Almohalla
Subdirector: Juan de la Cruz Martín
Redactor jefe: J. M. Ferreira Cunquero

Índice

  • Editorial: Los cofrades también tienen derechos
  • Cristo, Gonzalo Torrente Ballester
  • La Semana Santa en Valladolid, Miguel Ángel Rodríguez (periodista, secretario de Información y portavoz del gobierno)
  • Semana Santa en Sevilla, David Konstan (catedrático de Filología Clásica en el Universidad de Brown, EE.UU.)
  • Ante el Cristo del pueblo, Francisco Rodríguez Pascual
  • Jesús es condenado a muerte, Mariano Alonso Pérez (catedrático de Derecho Civil de la USAL)
  • La muerte de Jesús, Saturnino García Lorenzo (doctor en Medicina)
  • Hace 50 años salió el Flagelado, Santiago Juanes (periodista)
  • En el cincuentenario del Flagelado, M. C. L. Lozano
  • Perfil de una hermandad universitaria, Pedro Casado (periodista)
  • Lámina coleccionable, Carlos Martín
  • En el Miércoles Santo salmantino, Soledad de los Ángeles
  • Momentos de la Semana Santa salmantina, fotos de Manuel Hernández
  • Ayer y hoy de la Semana Santa, Ricardo Senabre (catedrático de Literatura Española de la USAL)
  • El Vía Crucis que escribió don Luis Maldonado, Enrique de Sena
  • El Justo, Jerónimo Prieto
  • Un libro de poemas a la Semana Santa, J. L. Hernández Castillejo
  • Sueños de nazareno: Nuestra Señora del Gran Dolor, Benito Matías y Antonio Borrego
  • Entrevista al Maestro Tavira, Martín Yenes
  • Los puntos sobre las íes: Más rigor informativo, ¡Formación, ya!
  • Semana Santa en Ledesma, Asunción Gutiérrez
  • Varón de Dolores: "Como cordero…", Jerónimo Prieto
  • Tertulia cofrade Pasión. Un año por y para la Semana Santa
  • "Mujer, he ahí a tu Hijo. He ahí a tu madre", Francisco Soto del Carmen, poeta
  • "Hoy estará conmigo en el Paraíso", Eusebio Sánchez Blanco
  • El día de las tinieblas, Ignacio Carnero (novelista)
  • Al tercer día… J. M. Ferreira Cunquero

Editorial

Los cofrades también tienen derechos

Aunque algunos no lo crean es así: los cristianos tienen derechos, y los cofrades, como tales, también. La cuestión no es una disquisición intelectual, la suscita el hecho conocido de algunas expulsiones en ciertas cofradías. No está de más recordar aquí que la ley del cristiano es el amor: "Misericordia quiero y no sacrificios", y que tal ley debería estar grabada de modo indeleble en el corazón de todos los creyentes, si es que lo son, cosa que nunca se sabe.

Como dijo Agustín: "Ama y haz lo que quieras". ¡Pero es tan difícil amar! Es mucho más socorrido recurrir a la penitencia corporal y mantener pétreos nuestros corazones, inmunes a la compasión y alejados del hermano sufrientes y doliente. La ascética cristiana es una ascética espiritual, con un norte claro: la conversión del corazón y el reencuentro con el hermano separado. El Señor nos los recuerda repetidamente en su Evangelio.

Expulsar a un cofrade es llegar al límite, al borde del desamor. Evitarlo, mediante el diálogo, la compresión, el cariño, es propio de cristianos. Sólo la contumacia de quien reiteradamente rechaza la mano tendida podría justificar una medida tan excepcional, que rápidamente debería ser revocada si el arrepentimiento aflorara. Las cofradías siempre, siempre, habrán de actuar con los criterios del Maestro: perdonaréis setenta veces siete, es decir, sin límite.

Por tanto, cabe cuestionar muy seriamente, en un horizonte cristiano, a quien no actúa así.

Una cofradía que arroja fuera de su seno a un hermano por motivos insuficientemente graves, no tipificados con claridad y concreción en sus estatutos, sin escrupuloso respeto de sus derechos -no ya de ciudadanos del siglo XX en un Estado de Derecho, sino mucho más importante: de hijo de Dios, de hermanos en el Señor- a través de un procedimiento dudosamente ecuánime y justo, y con la puerta cerrada a quien manifiesta conversión, no es cristiana.

¡Abramos las cofradías a Jesucristo! ¡Expulsemos de nuestros corazones el abuso de poder y la venganza! ¡Convirtámonos! Todo lo demás es vanidad.