Revista "Pasión en Salamanca" Nº 3

Trabajo artesanal de románticos


Nº 3 Semana Santa 1996
Director: Ángel J. Ferreira Almohalla
Subdirector: Juan de la Cruz Martín
Redactor jefe: J. M. Ferreira Cunquero
Secretario: F. Javier Blázquez

Índice

  • Editorial: Nuestras cofradías
  • Entrevista al obispo de Salamanca, F. Javier Blázquez
  • Anunciamos su muerte y la vida eterna, Antonio Andrés (Iglesia Española Reformada Episcopal)
  • El crucificador, Ignacio Carnero
  • Semana Santa, antaño, Gonzalo Torrente Ballester
  • Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen, Francisco Soto del Carmen
  • Cabeza de Cristo, Antonio Marcos
  • Procesiones de Semana Santa, Antonio Gala
  • La Hermandad Universitaria del Cristo de la Luz y Ntra. Sra. de la Sabiduría, Pedro Casado
  • Hermanos de sangre, Francisco Rodríguez Pascual
  • Lámina coleccionable, Carlos Martín
  • En el Miércoles Santo Salmantino, Barandales
  • Momentos de la Semana Santa salmantina, fotos de Luis Monzón
  • De interés turístico, Santiago Juanes
  • Polémicas esclarecedoras, Enrique de Sena
  • Varón de Dolores, Eusebio Sánchez Blanco
  • Hace 25 años…, F. Javier Blázquez
  • Fernando Mayoral, escultor imaginero en Castilla, J. M. Ferreira Cunquero
  • Vocabulario cofrade, Juan de la Cruz Martín Nieto
  • Ledesma, entrevista a Mª Carmen Pérez Sánchez, Asunión Gutiérrez Turrión
  • Peñaranda de Bracamonte, entrevista a Moisés Pérez Sánchez, Francisco Miñambres
  • Alba de Tormes, entrevista a Mª Teresa Domínguez Martín, Francisco Miñambres
  • Pasión torera, Soledad Calderón Villalobos
  • Sueños de Nazareno: El Cristo del Amparo, Benito Matías y Antonio Borrego
  • Los puntos sobre las íes: Una buena exposición, Fotógrafos de la Semana Santa
  • Procesión en Castilla, J. M. Ferreira Cunquero

Editorial

Nuestras cofradías

Si hiciésemos un serio, imparcial y riguroso análisis del significado, voluntad y proyectos que debe atesorar una cofradía de Semana Santa, partiendo del hecho de que sólo cabe el carácter religioso como identificación imperante, podríamos descubrir que unas, por no respetar su historia, y otras, por haber nacido con el único y erróneo propósito de levantar una Semana Santa procesional muerta, no cumplen con ese espíritu que engendró en siglos pasados esta forma distinta y peculiar nuestra de celebrar públicamente la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, como expresión sincera de la fe popular.

Seríamos injustos al no reconocer alguna excepción, algún detalle que, sin ser nada extraordinario, al menos muestra ese intento por recuperar la búsqueda de una identidad perdida en el transcurso de los años.

La moda, el plagio y la insensatez poco ilustrada, ha sugerido que prime lo banal, fomentándose ese pobre y lamentable espíritu cofrade, que alimenta como único compromiso el de encapucharse una vez al año, tratando de lograr (raquítica cosa es) hace más grandioso el espectáculo.


Respetando la motivación personal de quienes con la mejor intención (cosa que damos por seguro) salen a la calle para mostrar de forma pública su fe, hemos de decir que habría que replantearse un cambio total en el seno de las cofradías, buscando una simbiosis que, acomodada en el tiempo en que vivimos, bebiese de la historia, hasta consolidar otras metas, otros fines que puedan dar contenido a lo largo de todos los días del año, a estas organizaciones que existen, parece ser, únicamente para sacar anualmente una procesión a la calle.

Otro problema añadido que sufren nuestras cofradías es el de fomentar actos culturales como algo consustancial a su existencia, desgastando a la vez esfuerzos innecesarios en conseguir una promoción turística, que puede suscitar el interés socioeconómico de la ciudad, pero que nada tiene que ver con esa identificación que debe nutrir dentro del ámbito religioso-social, el espíritu cristiano, como principal cometido en la vida cofradiera.

Una cofradía de Semana Santa, entendemos nosotros, desde la Tertulia Cofrade Pasión, debe ser otra cosa y debe valer para algo más…

Las cofradías deben ser baluartes de apostolado, con el claro fin de sembrar ese compromiso cristiano de entrega y sacrificio, como militantes activos de la Iglesia en las parroquias, o ejerciendo a la vez en la amplia comunidad de los necesitados esa caridad olvidada que fue en un principio cometido imprescindible de aquellas cofradías que nacieron sustentadas sobre la ancestral y firme base de la religiosidad popular.


Ese es el camino, y todo lo demás, aunque no guste oírlo, teatro.